Agradecemos los comentarios a nuestro artículo «Características clínicas y factores de riesgo de mortalidad al ingreso en pacientes con insuficiencia cardíaca hospitalizados por COVID-19 en España»1. Efectivamente, el uso de glucocorticoides (GC) fue mayor en los pacientes fallecidos con insuficiencia cardíaca (IC) hospitalizados por COVID-19. Esto se puede explicar por el efecto mineralcorticoide y de retención hidrosalina, como apuntan con acierto los autores de la carta2.
Lamentablemente no disponemos de datos específicos en relación con el tipo de GC utilizado, solo se registró su uso o no uso, la dosis utilizada y el tiempo de duración de dicho tratamiento (Registro SEMI-COVID-19)3. Sin embargo, cabe destacar las siguientes consideraciones:
En primer lugar, durante la primera oleada de la epidemia el tipo de GC más utilizado en España fue la metilprednisolona, según se ha indicado en un artículo reciente4. La evidencia en la disminución de mortalidad asociada al uso de dexametasona no se ha demostrado hasta más tarde5, con lo que su uso en esta primera oleada fue menor en nuestro país.
En segundo lugar, el análisis multivariante inicial realizado en nuestro estudio incluyó variables clínicas basales del paciente en el momento del ingreso, sin incluir variables del tratamiento administrado. En la actualidad estamos trabajando en una base más amplia y caracterizada con el fin de ver el efecto de los tratamientos en este perfil de pacientes, incluyendo el uso de GC (sobre todo, dexametasona).
Por último, y en contraposición al posible efecto deletéreo de los GC en pacientes con IC, hay que destacar algunos trabajos recientes que han demostrado la utilidad de otros fármacos en pacientes con IC durante su ingreso por COVID-19. Los pacientes con IC que continuaron el tratamiento con inhibidores del eje renina-angiotensina-aldosterona durante el ingreso tuvieron tasas de mortalidad intrahospitalaria menores que aquellos que no los recibieron o los interrumpieron6.
En conclusión, según nuestros resultados, el uso de GC en pacientes con IC debería ser prudente, sopesando sus riesgos y beneficios. Son necesarios más estudios prospectivos y controlados sobre el uso de GC en pacientes con IC y COVID-19 que confirmen estos resultados.